La interacción humana en la atención odontológica es fundamental, como lo es en casi cualquier aspecto de nuestra vida. Lejos de ser una relación pasajera, esta relación paciente – profesional se basa en un vínculo que, por lo general se establece desde la primera visita al consultorio por parte del paciente. Además, la personalidad propia de cada paciente también influirá en como se llevará este vínculo.
Existen tres modelos de relación paciente-odontólogo conocidos. El paciente pasivo, donde el dentista asume toda la responsabilidad y el mando, y es el paciente el que de una forma pasiva obedece en todas las fases del tratamiento, es decir, se deja llevar sin resistencia. El paciente cooperativo, en este modelo, el paciente informado de su condición de salud bucal y de su plan de tratamiento por parte del dentista, está dispuesto a colaborar y a seguir cada fase de tratamiento. El paciente y el dentista en mutuo acuerdo, es aquel cuando por ambas partes se establece una buena relación y se comparten responsabilidades para el mantenimiento de la salud bucal del paciente.
Queda claro que el tercer modelo es el ideal. El tipo de relación paciente-odontólogo puede influir en la cooperación, mantenimiento y culminación del tratamiento dental por parte del paciente. Dependiendo de esa relación establecida, así mismo serán las estrategias que debemos plantear para motivar a cada paciente. Es importante recordar que el éxito no está asegurado por la mera adquisición por parte del paciente del conocimiento teórico sobre la salud bucal, sino por la adquisición y práctica sostenida de hábitos que llevan al mejoramiento y mantenimiento de una adecuada salud bucal.
Ambos deben alinearse para lograr un objetivo en común, creando una alianza.